sábado, 21 de febrero de 2015

Carlo Bugni: la película Cobardes

¡Hola a todos! Me llamo Carlo Bugni y yo también soy un alumno de 4 I.
Cuando la profesora Ponce nos habló de este proyecto, yo estaba muy interesado y sin duda y felizmente me apunté para participar en él. Pero, cuando a la vuelta de nuestro viaje nos pidió que escribiéramos unas entradas para este blog, empezé a preocuparme un poco: hablar de las emociones que vivimos con los españoles, la conmoción durante el adiós, etcétera, no es algo de lo cual puedo hablar con facilidad. En resumen, extrovertido no es mi segundo nombre.
Por suerte, la profesora me “salvó”, pidiéndome un comentario sobre la película que vimos durante el cineforum: Cobardes, de José Corbacho y Juan Cruz, estenada en 2008. Criticar algo es más fácil para mí, aunque no soy ni lejanamente un experto en cine (y por eso intentaré no hablar demasiado de elementos técnicos como la fotografía y la actuación).

Antes de empezar, para no hablar más de eso, quiero correr un tupido velo sobre la banda sonora, seguramente muy juvenil, como la mayoría de los actores y del público, pero, en mi opinión, demasiado ruidosa y  confusa; aunque no puedo hablar de manera completamente objetiva, porque generalmente odio el rap.

Terminado este breve paréntesis, abro otro más, diciendo que suelo encontrar con extrema facilidad los argumentos negativos y con muchas más dificuldades los positivos de cualquier cosa. Las películas no son una excepción.
 

Ahora puedo empezar.

El argumento de la película es el acoso escolar y como la trama se basaba sobre algo tan poco original, la peli necesitaba una idea extremadamente curiosa e interesante para no aburrir al auditorio. Los directores y guionistas no la tuvieron y más de una vez mis compañeros (italianos y españoles) y yo perdimos la atención y preferimos hablar entre nosotros.
Quiero explicarme mejor: no considero que el problema del acoso sea algo que no merezca nuestro interés, muy al contrario, es algo muy grave que todos tenemos que combatir. Simplemente, creo que un director podría luchar contra esto con algo más llamativo que una película igual a muchas otras.
Única cosa positiva son algunas bromas que levantan un poco la moral (como la de la profesora que se convierte en ganadera por la desesperación), pero como la película es basicamente dramática, estas no tienen mucho espacio.

Pero quiero explicar más en  detalle  por qué  Cobardes fue capaz de aburrirme con impresionante facilidad:
ü  La fotografía, de la cual no hablo mucho como he prometido, no es maravillosa: muchas escenas son de lucha y de persecución del pobre  acosado y parecen muy confusas. También muchos primeros planos de los actores no especialmente maravillosos dejan mucho que desear: quizás hubiera sido mejor  algunos planos un poco más generales;
ü  Los actores, como ya he dicho, no eran excepcionales, pero es verdad que la mayoría eran muy jovenes  e  inexpertos;
ü  La trama es simple y lineal y un poco repetitiva: el chico sufre acoso, vuelve a casa, no lo cuenta, vuelva a la escuela, sufre acoso y vuelve a casa (con algunas paradas en la pizzería). Nada de entusiasmante. Además, algunos recursos empleados por el protagonista para convencer a su novia de que grabe un vídeo en el cual casi acaba muerto por los acosadores, o a su madre que no se preocupe por su cara hichada, parecen un poco ridÍculos. Los directores tuvieron otras ideas geniales, pero prefiero hablar de ellas en el siguiente apartado;
ü  La trama se basa, fundamentalmente, en prejucios y clichés:
  •         el protagonista es acosado porqué tiene el pelo rojo y por eso es llamado “zanahoria”;
  •         el acosador es el mejor en todo, amado por los profesores y por sus padres (y por la mujer que limpia su casa) y nadie podría creer que es un tío violento;
  •         el padre del acosado es acosado también por su jefe, mientras el del acosador tiene una gran influencia política. Por así decirlo: de tal palo tal astilla;
  •        el pizzero es italiano y naturalmente del sur y vulgar, pero no solo eso; sino también es un fervoroso creyente, un gran seguidor de Maradona y, ¿por qué no?, además un mafioso.


 Creo que he dicho más o menos todo y seguramente sería superfluo decir que la película no me ha gustado en absoluto.
Pero todavía tengo una pregunta: ¿Es posible luchar contro algo, como el bullying, tras repetir miliones de veces la misma cosa, empleando la misma trama en libros, películas, etcétera, hasta volver locos a los acosadores, o es más efectivo, siempre hablando de ámbito artístico y no directamente afectivo como la intervención de padres y profesores, decir una cosa una sólo vez, pero de manera llamativa y original?
Y una última pregunta relacionada a esta peli en particular: ¿es posible combatir el bullying, que nace principalmente por culpa de prejuicios, empleando muchísimos prejuicios más (aunque sin mala intención)?
Espero que de “todos” los que lean esto, alguno pueda contestar a mis dudas. Si no, que las preguntas sean consideradas retóricas y ya está.


Quizás en la próxima entrada hable de mi experiencia personal con mi compañero Daniel y su encantadora familia...

jueves, 19 de febrero de 2015

Matteo Noascone

Hola, me llamo Matteo Noascone y estudio en el “Liceo Carlo Botta” de Ivrea. El año pasado se hablaba de hacer un intercambio con una escuela de Madrid y esto me gustó muchisimo ya desde el primer momento. Después de mil dificultades, gracias a la profesora Ponce, a los profesores de Madrid y a los profesores de un instituto de Lyon que se había añadido al proyecto, la primera parte del intercambio tuvo lugar en España desde el 12 hasta el 17 de diciembre. Yo fui allí con siete compañeros y...ha sido una de las experiencias más bellas de mi vida. No era la primera vez que iba a España pero estaba un poquito nervioso por mi español “¿Seré capaz de explicarme bien?, ¿me entenderán?. Mi correspondiente es Jorge, un chico que me ha gustado desde los primeros mensajes de whatsapp ¡sobre todo porque toca la guitarra y le gusta el rock! El dia del viaje de ida estábamos ambos muy felices porque, por fin, podiamos vernos y empezar los cinco dias de intercambio. Llegamos al aeropuerto de Madrid por la noche. Entonces los chicos españoles nos llevaron a un centro comercial para cenar. Como los padres de Jorge no podían llevarnos allí, él y yo fuimos con Chiara, Sancho y su madre. En el centro comercial habia un restaurante oriental, nos quedamos allí para cenar todos juntos, italianos y españoles, como si fuéramos amigos de toda la vida. Al dia siguiente visitamos algunos lugares importantes de Madrid y el Museo Del Prado donde vimos muchos de los cuadros que estudiamos en historia en español y por la noche fuimos todos (italianos, franceses y españoles) a casa de Sancho para una fiesta!
El domingo fuimos a Madrid para ver otras zonas y pasar el tiempo como un chico español de 16 años, comimos en un Burger King, paseamos por la ciudad, cogimos el metro y después de una vuelta por el Hard Rock volvimos a casa. El lunes, el martes y el miércoles fuimos al instituto con nuestros correspondientes: 3 horas de clase y 3 horas de curso para escribir un guión cinematografico. Terminadas las clases podiamos hacer lo que queriamos con la familia que nos hospadaba o ir con los amigos a divertirse, normalmente después de una siesta ibamos todos juntos de compras. Por ejemplo el lunes fuimos a otro centro comercial y algunos han ido de compras mientras que Carlo, Virna, Andrea, Daniel y yo vimos una pelicula en el cine, “Interstellar”. El martes visitamos Alcalá De Henares donde comí chocolate con churros y me gustó mucho cómo la ciudad se estaba preparando para la Navidad. Por la noche fuimos a una pizzeria en Algete. Era la última noche todos juntos y fue muy triste porque nadie queria dividir aquel magnifico grupo de 36 personas. Al dia siguiente tuvimos que despedir a los franceses; entonces nos encontramos todos juntos en un parque e hicimos muchas fotos para acordarnos de esa semana. Luego fuimos a casa de Maria donde dejamos a nuestros correspondientes una carta que habiamos escrito para ellos y fue un momento muy emocionante porque en pocas horas teniamos que estar en el aeropuerto para irnos. En el aeropuerto nos abrazamos durante mucho tiempo...nadie quería irse y estábamos todos tristes. A la hora de partir también el avión llegó tarde, como si quisiera que nos quedabamos allí. Como he dicho antes, esta ha sido una de las experiencias más bellas de mi vida y ahora tengo un hermano y 29 amigos más.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Valeria Cerutti

Me llamo Valeria, y en diciembre fui a Madrid. Me gustaría decir muchísimas cosas de mi experiencia, todos mis pensamientos y todas las cosas que hicimos, pero hay demasiado. Tengo que seleccionar.
A las siete de la tarde del viernes 12 de diciembre partimos, las maletas llenas de ropas, regalitos para las familias y excitación. Nunca he tenido miedo a  volar pero como soy claustrofóbica, el viaje en avión fue horrible, todo era demasiado pequeño y apenas respiraba. Cuando llegamos a Madrid casi lloraba de felicidad. Vi a María, mi compañera, que me esperaba junta a todos los otros chicos, y desde el primer momento me cayó bien. Fuimos todos a cenar a un restaurante chino, y lo que me sorprendió más de todo fue que para ellos era normal cenar a las 11 y media de la noche. Hablamos muchísimo, enseñamos a los españoles todas las palabrotas italianas, ellos nos enseñaron las suyas, nos divertimos muchísimo.  Llegué a Algete junta a Lara y su compañero, Javier, y conocí a mi familia. Malele, mi "madre" era la persona más amable de la familia, y antes de ir a la cama mi hermana Alejandra me ayudó con los gatos, que me molestaron toda la noche. 
El sábado fuimos a Madrid, visitamos al museo del Prado y a la ciudad, y a las tres de la tarde comimos en el Burger King. Salimos, y fuimos a un local llamado Colors junto con los franceses. Volvimos a casa y conocí al hermano de María, Javier. Después de cenar, nos preparamos para la fiesta en casa del compañero de Chiara, Sancho... Y vale, lo que pasó tiene que quedarse allá.
El domingo fue el día más difícil. Había dormido unas dos horitas, a las 10 me desperté y volví a casa; en una hora me preparé y fui a Madrid con mi familia. Me enseñaron el Rastro, la Plaza Mayor y la Puerta del Sol. Malele sacó muchísimas fotos que envió a mi madre, y después nos acompañaron a la Plaza Norte para quedarnos con los otros chicos. Cenamos de tapas y después volvimos a Algete junto con Javi y Lara. Y, después de dos días, al final dormí. 
Lo más magnifico es que los chicos españoles se levantan muy tarde para ir al instituto. María me despertó a las 8 menos cuarto, tuvimos tiempo para ducharnos, desayunar e ir al insti en coche. Tuvimos clase junto a nuestros compañeros las primeras dos horas, y después tuvimos clase para nuestro proyecto del corto. Después, por la tarde, vimos una peli, "Cobardes", que fue la causa de unas muchas discusiones:  por ejemplo, el único italiano era de Nápoles, mafioso, amaba a Maradona... Y dijo que la pizza más buena del mundo se come en Buenos Aires.
Lo mismo pasó el martes, pero por la tarde fuimos a Alcalá de Henares. Visitamos la casa de Cervantes y nos sacamos muchísimas fotos. Junto a nuestros amigos comimos churros con chocolate, y puedo decir que es una de las cosas más buenas que he comido en mi vida. Cuando volvimos, fuimos a comer todos  al Gringo. Nos hicieron una pizza, que me pareció horrible, seguramente la de Buenos Aires es mejor (pero no tan buena como la de Nápoles). Jorge, el compañero de Matteo, hizo un discurso, y nos dio las gracias por esos cinco días maravillosos. Casi me pongo a llorar. Cuando salimos de la pizzería nos quedamos en la plaza de Algete, y Lara, Chiara y Selene cantaron a unas canciones bajo el árbol de navidad. Volví a casa y, casi llorando, preparé mi maleta. 

El último día estuvo lleno de emociones. María me despertó, como todas las mañanas desayunamos juntas, y Malele me dio muchos regalos, y tuvo que sentarme sobre la maleta para cerrarla. "Fuimos al insti", o sea, fuimos delante del insti, y después corrimos a escondernos para quedarnos fuera para saludar a los franceses. Cantamos muchísimas canciones con la guitarra de María, y después de  muchas lágrimas y abrazos, dijimos adiós a mitad del grupo, y nos fuimos todos juntos a aquel lugar que durante cincos días llamé "casa". Con nuestros hermanos españoles cantamos nuestras canciones, jugamos a unos juegos bastante idiotas y fuimos a comer. Comí la hamburguesa más repugnante de mi vida, pero no me importó, porque estaba con mis amigos. Nos tiramos cubitos de hielo, kétchup, patatas fritas, cantamos, siempre riendo. Y después volvimos a casa por última vez. Abrazé miles de veces a mi hermana Alejandra y a Malele, después María y yo salimos y junto a Javi y Lara, fuimos al instituto, y después al aeropuerto. 

Todo lo que pasó en aquel aeropuerto de Madrid se ha quedado en mi corazón, junto a todas las magníficas experiencias que viví en aquellos cinco días. Todos los abrazos, los besos, las canciones cantadas llorando se quedaron conmigo, y siempre se quedarán.
Quiero terminar mi entrada diciendo gracias a todos los chicos españoles que conocí, pero sobre todo a mi familia. Me han hospedado como si fuera sus hija, o sus hermana, me han ayudado con los gatos y con el perro, que siempre me han dado miedo. Me han dicho que su casa es mi casa, y que puedo volver en cualquier momento. 
Gracias, porque fueron los mejores días de mi vida.



Lara Bugni Duch

¡Hola a todos! Soy Lara Bugni Duch y soy una estudiante del Liceo lingüístico Carlo Botta de Ivrea. En el 2014 nuestro instituto ofreció la posibilidad a mis compañeros de 4i y a mí , de participar en un intercambio diferente: se trata de un intercambio hecho por tres paìses, Italia, España y Francia. El proyecto del intercambio era el cine.
Estábamos todos emocionados ante la idea de un intercambio así, nunca hecho en otras clases. Pero hubo también momentos de rabia cuando nos  dijeron que nuestra clase debía ser dividida: 8 iban a España y los otros 8 a Francia.

Eso fue lo que no nos gustó, especialmente a mí porque esta era la primera vez que yo participaba en un intercambio con toda mi clase.
En principio toda la organizaciòn pareció un desastre, quedaba poco tiempo para la primera salida a Algete, un pueblo cerca de Madrid, en diciembre.

En fin, después de hablar, organizar y conocer a los correspondientes el 12 de diciembre 2014 mis siete compañeros y yo partimos desde el aeropuerto de Turín por la tarde. Yo estaba bastante emocionada porque era mi primer intercambio y no sabía como comportarme. Cuando llegamos al aereopuerto de Madrid los chicos españoles ya nos esperaban; estaban con sus familias e inmediatamente nos presentamos.
Mi correspondiente era un chico, Javier ( que creo que es  el único español al que le da vergüenza presentarse con dos besos, cosa que hacen todos).
Después  de las presentaciones nos recogieron y llevaron a un centro comercial donde cenamos. Más tarde conocíaa Gracia, la madre de Javi y a su hermano Sergio.
Al día siguiente fuimos a Madrid al Museo del Prado donde vimos algunos de los cuadros más importantes. Comimos en el Burger King donde había un montón de gente y después los chicos nos hicieron dar una vuelta por  la capital.
Por la tarde, como era sábado, los chicos organizaron una fiesta en casa de Sancho y estuvimos toda la noche allí. El domingo descansamos un poco porque la noche anterior no habíamos dormido nada de nada.
A las seis Javi y yo fuimos a un centro comercial de Madrid del cual no me acuerdo el nombre pero se que era un edificio ¡ENORME! ¡Había tiendas de todo tipo! Quería estar allì un día entero pero tanto yo como los demás estábamos cansadísimos y pasamos la mayor parte del tiempo sentados  para comer en un bar.
El lunes fuimos al instituto, un edificio bien conservado y bastante grande. Hicimos dos horas de clase con nuestros  compañeros  y después tres horas de clase sobre el cortometraje. Así fue también el martes y por la tarde fuimos a Alcalá de Henares a visitar la casa del famoso autor Miguel de Cervantes.
El miércoles decidimos todos juntos  no ir al instituto ya que era nuestro último día en Algete. Pasamos todo el día juntos tocando la guitarra y cantando.
En el momento de partir para volver a Italia nosotros, los italianos, no queríamos subir al avión.

La experiencia ha sido genial, todo,  en fin, fue perfecto.  Me he llevado muy bien con Javier y con los otros chicos. Javi es un chico muy majo y extroverrtido, sabe de todo  y es muy inteligente. Haberlo conocido es una suerte porque ahora que no  nos podemos ver, nos escribimos.
Como primer intercambio ha ido muy bien para mí. No creía que me pudiera llevar tan bien con aquellos chicos. Me ha ido bien  incluso desde el punto de vista de mis compañeros. Con eso quiero decir que yo fui a Algete con una parte de mi clase que no conocìa tan bien; porque estoy normalmente más con algunas chicas que, sin embargo,   estaban en el programa para ir a Lyon. Por eso yo antes de partir estaba un poco asustada, porque era mi primera vez haciendo un intercambio y mis amigas no estaban.
Pero el intercambio me ha servido no solo para conocer a nuevos chicos extranjeros sino también para a conocer más aquellas personas de mi clase con la cuales no pasaba tanto tiempo.
Ese proyecto creo que ha servido mucho también para nuestro español. Una vez llegados, después de  dos días ya habíamos aprendido cual era la entonación con la cual la gente hablaba. Entendíamos bastante todo, excepto en mi caso a Sergio, el hermano de Javi: es que hablaba de una manera muy rara, ¡parecía que se comía todas las palabras! En efecto, Javi me dijo que tampoco los españoles lo entiendían muy bien.

Al igual que nosotros los italianos, nuestros correspondientes también han tenido una buena impresión de nosotros y del intercambio. Ellos ya habían hecho muchos intercambios con diversos países pero nos dijeron que este es seguramente el mejor, debido a  la relación que se habìa creado entre nosotros y ellos.
En el aeropuerto lloré porque no quería volver a casa...los cinco días pasaron demasiado rápidamente. Ahora espero solo el momento en que lleguen ellos a Turín, en marzo, para pasar otra vez cuatro fantásticos días juntos. 

martes, 17 de febrero de 2015

UN DOMINGO MADRILEÑO

Me llamo Nicoletta, tengo diecisiete años y quería contar mi experiencia en el Erasmus Plus, proyecto apoyado por mi escuela, el Liceo Carlo Botta.
El intercambio con el instituto de Algete fue una experiencia única.
Por primera vez, tuve la oportunidad de hablar en español fuera de las clases y con alguien que no fuera uno de mis profesores o de mis compañeros.
Puedo decir que verdaderamente practiqué la lengua española, y me gustó muchísimo aplicar lo que he estudiado durante años en la escuela.
La primera vez que hablé en español con mi correspondiente, tenia miedo de cometer faltas y que ella no me comprendiera. Pero, aunque mi español no era de lo mejor, ella me entendía y también me ayudaba a corregir mis faltas. Me dijo que apreciaba muchísimo el esfuerzo que yo hacia, hablando una lengua que no era la que  estaba acostumbrada  a hablar.
Para alguien que estudia un idioma, creo que es fundamental esa experiencia directa con  nativos  y, sobretodo, es muy importante experimentar también la cultura.
Entrar en contacto con una familia madrileña fue algo maravilloso para mí. Ver como esas personas viven, entrar en su rutina.
Tengo que decir que mi familia española era y es la más maja de toda España.
Mi correspondiente, Alba, y yo, desde el principio descubrimos que teníamos muchas cosas en común.
Cuando vi por primera vez a Alba en el aeropuerto, su sonrisa empezaba en Galicia y terminaba en Cataluña. Me abrazó muy fuerte, algo que no es tan habitual donde vivo.
¡Nunca me había sentido tan apreciada! Cuando entré por primera vez en casa de los Abanades, de repente me pareció que había sido en mi casa. Aquellas personas eran tan  cariñosas, tan alegres…
Los padres de Alba son inimitables, siempre se ríen, y su hermanita Susi es genial: nunca he encontrado una chica de unos doce años tan enérgica. Y también estaban los abuelos, Jesús e Isabel: amables, como los abuelitos de los cuentos.
La comida del domingo fue el momento que más me gustó.
Descubrí que es verdad que los españoles empiezan comer entrantes cuando los italianos comen ya la fruta. Pero no fue algo malo comer a las tres y media de la tarde.
Susana preparó para mí el famoso “cocido madrileño”, algo riquísimo. Me gustó mucho y también aprendí una nueva palabra en castellano: garbanzos.
Me sentí verdaderamente parte de aquella familia tan maja y especial, riendo con ellos, comiendo chorizo y pollo y oyendo la diferencia entre el español de España que hablaba el abuelo Jesús, y el español de Argentina, que hablaba la abuela Isabel.
Cuando terminamos la comida y el dulce,  los abuelos me besaron más de una vez y papá, mamá, Susi, Alba y yo dormimos la siesta todos juntos en el enorme sofá. Eso de la siesta es algo que me gusta muchísimo: ¡me parece genial!
Después del descanso, fuimos a Madrid, para ir de compras con los amigos y terminar todos juntos aquel domingo madrileño que siempre tendré en mi corazón.





lunes, 9 de febrero de 2015

Chiara Garbiero

¡Hola! Me llamo Chiara Garbiero y asisto al 4° año de la escuela secundaria “Liceo Carlo Botta” en Ivrea (Italia).
Este proyecto del intercambio me ha gustado desde el principio, no solo porque tenía la posibilidad de visitar  una de las ciudades más maravillosas del mundo, también porque tenía la oportunidad de mejorar mi español, conocer a personas nuevas y desarrollar un proyecto sobre cine, que es algo que siempre me ha gustado.
Cuando nos han dado el contacto de nuestros socios españoles, inmediatamente he escrito a mi compañero español. Se llama Sancho y nos presentamos un poco; cuando me dijo que tenìa dos perros muy grandes pensé: “¡Oh por Dios, espero que no deje que los perros entren en casa!”
Por fin llegó el día tan esperado: el 12 de Diciembre, el día del viaje a España.
El viaje en avión pareció infinito, no podía esperar a llegar a España y conocer a los chicos españoles. En un cierto momento miré por la ventana y vi las luces de las ciudades, estaba tan emocionada que ni siquiera tuve dolor de oídos durante el aterrizaje.
Después de la recogida de las maletas, salimos del aeropuerto y buscamos a nuestros compañeros. En general no soy una persona tímida, pero durante los primeros 10 minuto casi no hablé con la familia de Sancho.
Por suerte, fuimos todos juntos (sin padres) a cenar y allí volví a ser la Chiara de siempre y, sobre todo, empezé a hablar en español. Esto era necesario, porque tenía que expresar mi opinión sobre el restaurante en el que habíamos comido: un restaurante de comida china. ¡Yo odio a la comida china! Por suerte los chicos españoles eran mucho mejores que la comida del restaurante, y  nos divertimos muchísimo.
Después de la cena fuimos a la casa de nuestros nuevos amigos españoles. Superé el trauma de los perros gigantes, me duché y me fui a mi cama.
A la mañana del día siguiente, nos levantamos para irnos a Madrid, también con los profesores. Cuando llegamos a Madrid yo tenía la desesperada necesidad de tomar un café para despertarme y, una vez que lo había tomado, me di cuenta de que los españoles son personas muy agradables, simpáticas y gentiles, pero que no saben hacer café.
Aquí empezó nuestra visita a Madrid. Una ciudad, de verdad, maravillosa. Nuestra visita terminó en el Museo del Prado, y después de esto los profesores nos dejaron solos.
Fuimos al Burguer King para el almuerzo y después a un local muy bonito donde bebimos mojito de fresas y fumamos del narguilé.
A las 7 de la tarde cogimos el transporte público para regresar a casa porque aquella noche teníamos  una fiesta en una especie de segunda casa de Sancho.
Así aquella noche en la fiesta bailamos, cantamos y…no puedo contar más porque es un secreto entre nosotros.
Al día siguiente para el almuerzo comí mi deseada paella. Por la tarde fuimos a un centro comercial. Era un centro enorme, con muchísimas tiendas, y allí nos dividimos en dos grupos porque el primer grupo quería ir al cine y el otro a hacer compras. Yo estaba en el segundo.
Nos reunimos para cenar todos juntos en un restaurante que había en el propio centro comercial. En este lugar comimos  pizza que, obviamente, no era tan buena como la pizza italiana.
Regresamos a casa bastante pronto, porque el día siguiente teníamos que llegar al instituto a las ocho y media.
Por la mañana del lunes llegamos  al instituto a las ocho y media. Me di cuenta de que  las escuelas españolas y las italianas son bastante diferentes: allí la relación entre alumnos y profesores no es tan distante como en Italia, y, sobre todo, cada curso tiene 5 o 6 materias y no 10 como en Italia.
En las últimas tres horas de la mañana tuvimos clase de cine con un profesor que nos monstró algunos ejemplos de cortos y de guión.
Por la tarde fuimos al cine para ver una película que se titulaba “Cobardes”. No me gustó mucho, sobre todo porque, en la película, había un italiano propietario de una pizzería y que al final se descubre que era un mafioso. Los italianos nos enfadamos un poquito.
Al día siguiente pasé muy buen rato en la clase de inglés en el instituto.
Durante la lección de cine nos enseñaron como se hace un guión, mientras, mi “querido” compañerito español, Sancho, me molestó durante  toda la lección llamandome “mafiosa”. Y yo siempre le respondía: “Yo no soy mafiosa pero puedo llegar a ser una  mafiosa si no te callas.”
Por la tarde fuimos a Alcalá de Henares, el lugar en el que nació Cervantes. La cosa que más me gustó de este lugar fueron los churros con chocolate caliente.
Por la noche cenamos todos juntos en un restaurante de Algete y después de la cena fuimos en una plaza con un gran árbol de Navidad y mis compañeras Selene, Lara y yo empezamos a cantar debajo del árbol.
Cuando llegamos a casa, Sancho y yo pasamos buena parte de la noche hablando.
El último día  empezó de manera triste, preparando la maleta, y  terminó con lágrimas  por nuestra partida.
Los momentos mejores fueron cuando Javier leyó para todos los españoles que nos hospedaron la carta que nosotros, los italianos, habíamos escrito en agradecimiento. Antes de que Javier terminara de leer la carta, Lorena y yo empezamos a llorar.
Para elevar la moral, Jorge nos tocó algo con la guitarra y cantamos todos juntos.
Fuimos a un bar para comer y al final del almuerzo la situación degeneró cuando empezamos a tirar los cubitos de hielo en las camisetas
A las 6 de la tarde fuimos al aereopuerto para regresar a Italia.
Nuestro viaje termina aquí: en el aereopuerto con la voz rota y las lagrimas en los ojos cantando “Don’t Worry, Be Happy” de Bob Marley. Saludamos a las familias y, sobre todo, a nuestros amigos, de una manera angustiosa.
Lo que aprendí en este viaje no es sólo que esta experiencia es una de las cuales podré contar a mis hijos, sino que he tenido la oportunidad conocer una nueva cultura, visitar nuevos lugares, y trabajar sobre un proyecto nuevo e interesante. Es algo más que todo esto: una parte de nuestro corazón se ha quedado en Algete con las personas maravillosas que conocimos allí. Nuestra manera de llamarnos “hermanos” entre nosotros no es una broma o por comodidad, es porque no es necesario un lazo de sangre para sentir que alguien es tu hermano . El nuestro es un enlace fortísimo porque esos chicos nos han enseñado que también en la distancia podemos ser una familia.
Estas son las personas a las cuales nunca querría decir adios.